El cuidado de los ojos
El ojo es uno de los principales órganos de nuestro gato, una estructura altamente especializada que debe ser cuidada adecuadamente para que ejerza de forma correcta su función.
Una de las primeras cosas que hacen la inmensa mayoría de los humanos al despertarse, por no decir la práctica totalidad, es “desperezar” los ojos con un suave frotamiento de los mismos con diversas partes de nuestras manos. Con ese instintivo proceder retiramos las secreciones (“legañas”) sedimentadas en el transcurso de la noche.
Nuestros gatos, por mucho que lo intentemos, ni acudiendo al etólogo más experimentado, jamás llegarán a realizar de la misma forma ese instintivo comportamiento higiénico “mañanero”.
Nuestro felino se atusa, pasa sus manos humedecidas con saliva por su cara pero, en tal acción, no consigue retirar las secreciones oculares; en el caso de algunos felinos de nariz muy corta (muy chatos) y abundante pelaje (los Persas, por ejemplo), si el propietario no se preocupa de su higiene ocular, las legañas, junto con el pelo de la zona, acaban formando “importantes estructuras” que no es que dificulten la visión (aunque se han dado casos) pero sí provocan alteraciones dermatológicas de diversa intensidad.
Los ojos del gato deben se limpiados diariamente, lo cual no quiere decir que debamos realizar una profunda labor higiénica pero sí, al menos, su valoración y revisión diaria.
Según la raza, el tipo de pelo, la edad del animal, posibles patologías oculares o de los anejos (párpados principalmente), existirá un mayor o menor depósito de legaña en el ángulo interno del ojo; podemos apreciar, desde pequeñas secreciones en animales jóvenes de pelo corto, hasta grandes acúmulos rodeando al pelo de la zona, en animales de más edad y de pelo largo.
En ambos casos nuestra labor es limpiar: sencillo en el primer caso, con una gasa humedecida con suero fisiológico o con una gasa seca si el caso lo permite, retirando la secreción.
En el segundo caso puede ser necesario humedecer, no sólo la gasa, sino la zona y la propia secreción para su más sencilla retirada.
En casos en los que el “despiste” ha sido “importante”, será el veterinario o el peluquero de mascotas, el que retire ese conglomerado de materiales varios.
Comentario específico requieren las manchas de la zona lagrimal de determinadas razas, como los Persas y Exóticos. Estas manchas se deben a la interacción de la lágrima con el pelo de color claro, por lo general, lo cual provoca una coloración oscura y muy, muy persistente.
En estos casos debemos consultar con los profesionales, con el veterinario para que descarte algún problema que provoque una mayor producción de lágrima que pueda ser controlado (infecciones, irritaciones por pelo o mala posición de los párpados), o con el peluquero de mascotas, para que nos ayude a mantener limpia la zona de esos pelos que se torna de un color marrón oscuro, casi negro.
Algunos profesionales, en concursos y exposiciones, “tiñen” estas manchas, lo cual no debe ser considerada una práctica habitual, ni de uso general. Algunos productos utilizados han de ser manejados con gran prudencia por una posible acción lesiva al globo ocular.
Con limpieza diaria, prevención del sobre-crecimiento del pelo en la zona y un buen asesoramiento, podremos controlar este problema estético.
Y, por último, en caso de que nuestro animal tenga el ojo enrojecido, se frote o se rasque o tenga cualquier problema ocular: NUNCA daremos tratamientos que hayan sido prescritos en casos anteriores. Los colirios, una vez abiertos, deberían retirarse en un mes y, además, no todas las patologías, por muy similares que nos parezcan, se tratan de la misma forma.
Ni que decir tiene que debemos huir de los remedios caseros. Como mucho, ante un problema de este tipo, antes de acudir al veterinario, nuestra única y exclusiva acción será limpiar, “aliviar” la zona, con un lavado con suero fisiológico.
El uso indiscriminado de fármacos en procesos oculares “consigue” que una patología de sencilla solución, pueda transformarse en un engorroso problema crónico.